Sobre mi

¡Hola, soy Alein! Vivo en Colombia aunque usualmente permanezco en los mundos de diversos libros, y ahora, he decidido comentar aquellos libros, dementes, de los que se llevan tu cordura por momentos y que, al tiempo, son muestras de mentes maravillosas. ¿Quieres acompañarme? Azul. Los mejores libros son para mí, aquellos que te hacen cuestionar la realidad, tu vida, tu futuro. The 1975. París. Come-libros profesional. Homo sum, humani nihil a me alienum puto. Escritora de versos. Fotógrafa aficionada. Palomitas dulces. Helado de cereza y pistacho. Afortunada de tener una variedad de tipografía para escribiros, pues mi letra real es tan legible como los jeroglíficos. ¡Saludos marcianos!

Reseña: La chica que leía en el metro - Christine Feret-Fleury




Autor:  Christine Feret-Fleury  Editorial: Rba-Molino Páginas: 272  Año publicación original: 2017 Ilustraciones: Nuria Díaz Palabras clave: Novela Rosa, Romance Contemporáneo, Ficción.

Juliette toma el metro todos los días a la misma hora. Y lo que más disfruta del trayecto es observar a aquellos que leen a su alrededor. La vieja dama, el bibliófilo de rarezas, el estudiante de matemáticas, la joven muchacha que llora en la página 247. Juliette los mira con curiosidad y ternura, como si sus lecturas, sus pasiones, la diversidad de sus vidas, pudiesen dar color a la suya, monótona y previsible.
Sin embargo, un día decide bajar dos estaciones antes de lo habitual, tomar un nuevo camino para ir a trabajar, sin saber que su vida estará a un solo paso de cambiar para siempre.

"Todo libro es un retrato y tiene al menos dos caras"

Muchos saben -aunque pocos lo disfrutan- que los libros poseen además de encanto un olor peculiar. En especial si son de aquellos libros antiguos, con hojas casi amarillentas y almacenados por mucho tiempo. 


Con la chica que leía en el metro nos sentiremos identificados todos aquellos bibliófilos, los coleccionistas de libros, brillantes hurgadores de bibliotecas y librerías, caracterizados por una desordenada habitación llena de textos esparcidos en todos lados y a la espera de organizarse y re-organizarse miles de veces. 

Feret-Fleury nos presenta a Juliette, una apasionada de los libros que al bajarse en una inusual parada de metro descubre un lugar muy peculiar, donde sin saberlo, se sumergirá en una aventura de auto-descubrimiento que la guiará por múltiples cambios en su vida. Con un estilo ligero, fácil de disfrutar en una tarde de Sábado, con música de fondo y rodeados de otros de nuestros fieles amigos la chica que leía en el metro propone una historia interesante, dulce y con aires parisinos.

En ella, Feret-Fleury recopila muy bien algunas de las andanzas de los lectores: fisgonear muchísimos estantes en una tienda; utilizar rituales para ordenar los libros por color, tamaño o peso; esperar señales extrasensoriales para elegir el libro que nos llevaremos a casa; u observar detalladamente a todos aquellos que se cruzan con nosotros ideando para ellos el libro o la historia perfecta -por no mencionar algunas otras cuantas características-.

La chica que leía en el metro es una historia diferente, totalmente inesperada para mí. Si bien debo admitir que la trama me aburrió, pues no sabía hacia donde me dirigía mientras estaba leyendo o lo que la autora quería decirme a través de Juliette, -lo que hizo que leyera el libro de forma rápida- es una historia que vale la pena leer y sorprenderse con las situaciones extrañas que nos presenta, pues a veces, cosas sin sentido o inexplicables nos ocurren y terminan siendo estas el título o la mayúscula inicial de los nuevos capítulos de nuestra vida.

Admito también la extrañeza con los personajes, pues la conexión entre todos se gesta de manera tan repentina, que de pronto todos son amigos, así como impacta la confabulación de todos en los giros y decisiones de Juliette. Cada uno de ellos tiene un estilo personal característico y distinguido, que a la mejor nos recuerda aquella necesidad que sentimos de contarle secretos a desconocidos y aquella complicidad que surge con aquel extraño que nos escucha y nos ve sin conocernos de antemano o sin incluir en nuestro cuento datos que pueden revolverlo y llenarlo de notas que lo dejan sin autor y con autores.


Feret-Fleury me recordó con la chica que leía en el metro tres cosas. La primera, que la vida es demasiado corta como para no hacer lo que amas. La segunda, que siempre es bueno regalar un libro. Y la tercera, que vale la pena ser valientes y conocernos a nosotros mismos, tomarnos un té y hablarnos, pues entonces nos parecerá que hablamos con una persona totalmente distinta y fascinante, al punto de enamorarnos y buscar estar con ella para siempre.

Es un libro con muchas recomendaciones y con muchas referencias a otros grandes textos, algunos que de alguna manera han marcado un antes y un después en la vida de aquellos que los hemos leído. Por lo que es un texto bonito para entretenerse en una tarde libre.

Cómo lo puntúo
Las ilustraciones del libro son divinas y la lista de libros a los que hace referencia me recuerda mi lista interminable de libros por leer. ¿Qué tan larga es su lista de libros pendientes?