Sobre mi

¡Hola, soy Alein! Vivo en Colombia aunque usualmente permanezco en los mundos de diversos libros, y ahora, he decidido comentar aquellos libros, dementes, de los que se llevan tu cordura por momentos y que, al tiempo, son muestras de mentes maravillosas. ¿Quieres acompañarme? Azul. Los mejores libros son para mí, aquellos que te hacen cuestionar la realidad, tu vida, tu futuro. The 1975. París. Come-libros profesional. Homo sum, humani nihil a me alienum puto. Escritora de versos. Fotógrafa aficionada. Palomitas dulces. Helado de cereza y pistacho. Afortunada de tener una variedad de tipografía para escribiros, pues mi letra real es tan legible como los jeroglíficos. ¡Saludos marcianos!

Poesía - Día Mundial de la poesía



Hace una semana celebramos el Día Mundial de la Poesía, y aunque desafortunadamente no pude participar activamente de el no he querido pasarlo por alto. 

Cuando hablamos de poesía actualmente parecemos hablar de un objeto antiguo, puesto en un estante, visto desde una vitrina que nos hace recordar pasadas épocas, ¿buenas o malas?, difícil calificarlas, pero épocas e historia a fin de cuentas. La poesía parece existir en la actualidad solo en la cabeza de pequeños rebeldes o de portentosos escritores y letrados, como si aquella fuera un gusto limitado, una cena costosa, un vestido limitado, cuando en realidad, habita en todos nosotros, así como en todas las cosas, desde lo simple a lo complejo, lo material a lo abstracto que puedan inspirarla. 

La poesía consiste en aquella voz interior, que busca unir el a veces olvidado vínculo entre las emociones y el lenguaje, para terminar dotando de palabras todos aquellos gestos, expresiones y silencios que en ocasiones se nos quedan atascados en la garganta, por lo que funciona también como un lenguaje nuevo. Es la poesía como las palabras de aquel niño, revueltas, encontradas, simples, profundas, caóticas e inconexas, en ocasiones inentendibles o mal usadas que finalmente tienen un sentido, no especialmente para otros, pero siempre singularmente para sí mismo. 

Me gusta ver la poesía como un enredo de nudos, como una muestra de cables conectados entre sí, una entropía que busca hacerse ordenada, pero que permanece rebelde pues no sería entonces ella misma. Cuando el poeta habla no escribe solo su pluma, tampoco solo su alma, sino también lo hace el mundo, habla su historia, habla su personalidad, hablan sus conocidos, habla su pueblo, habla su nación, habla lo visto y lo no visto que admira, que observa, que lo motiva. 

Encontrarse con la poesía es encontrarse con un ser humano sin filtros, por una persona desenfrenada, ilimitada, llena de una visión, pensamientos y sentimientos que necesita comunicar, que necesita decir, por lo que rompe y atraviesa las barreras del tiempo y las barreras del espacio, aunque pareciera existir en nuestras tradiciones como un modo de vida puesto sobre un pedestal, un libro abierto observable por todos pero capaz de desmoronarse al pasar una página o aun más común, solo disponible para los enamorados, cuando es en realidad aquel eterno valiente que década tras década persigue al hombre en busca de ventanas abiertas para asentarse en la mente y dejar sin exhalaciones a todos los que la sienten. 

Me gusta la poesía porque, personalmente la considero el lenguaje emocional atemporal pionero en descubrir el método para delatar, transmitir y suscitar sentimientos, con una forma simple y silenciosa, pero certera como flecha para alcanzar su cometido. Y es que pese a romantizarla, ella misma quebranta sus normas, con sus ritmos, métrica y sonidos, es hilarante a la hora de entrometerse en las letras e incontenible para desbordar con emociones: alegría, miedo, tristeza, sorpresa y furia. Todo convive en su mezcla, todo se muestra en su fotografía. Si existe la posibilidad de embellecerla barriendo sus connotaciones más desesperadas, dolorosas y oscuras, la poesía vive para demostrar tan inadecuada equivocación, porque su fin no es solo mostrar las cosas hermosas, sino para encontrar lo hermoso en todas las cosas, iniciando y finalizando con narrar al ser humano en su naturaleza, que no es ni dual, pacífica ni tormentosa, ni singular sino multipolar y dispersada. 

En lo que llevo de vida he conocido a muchos poetas, mucha poesía y en especial muchos poemas que pasean por las calles sin saber que lo son, pero que siguen cumpliendo misiones secretas y entramadas hasta para ellos mismos. Todos somos palabra, todos somos emoción, todos somos razón, todos somos todo y a la vez somos nada,  pero siempre seremos poesía. 

Por ello, hoy quiero compartir una serie de poemas que me he encontrado dispuestos a sacudirnos, al igual que el tema que tratan, la guerra. Y que demuestran nuevamente que la poesía esta siempre latente, que solo hace falta una abertura para observarla, y para dejar que ella sola haga su trabajo agrietante pero a la vez curativo.